sábado, 25 de septiembre de 2021

y 5) Despedida en un Lyon atestado

Estuvimos unas pocas horas en Lyon, la segunda ciudad francesa con permiso de Marsella, que la supera en población pero no en relevancia, aunque en el área metropolitana está delante Lyon. Escasamente veinticuatro y nos sirvieron para comprobar la buena salud de esta importante y agradable ciudad en la que la mayoría del grupo ya había estado nueve años antes, en 2012, cuando empezamos el camino francés a Santiago en Le Puy en Velais y también recalamos aquí una jornada. 

Sabíamos que iba a estar a rebosar por lo difícil que había resultado reservar hotel, pero la realidad superó las previsiones. La ciudad estaba en la calle y la zona céntrica literalmente atestada de gente y de manera especial Le Vieux Lyon, la zona antigua. 

Además, hacía buen tiempo y había actuaciones musicales por las calles, lo que daba un ambiente generalizado de fiesta. Nos espantó un poco tanta multitud y su escaso apego por las mascarillas, y quizás por ello salimos pronto de la parte vieja.

  

 Al menos ese día por la mañana aclaramos un misterio: a la hora de reservar hotel nuestro sábado tenía un precio elevadísimo, casi el doble que el fin de semana anterior o el siguiente. Según nos contó el conductor del transfer que nos trajo desde Digoin, se celebraba esos días una feria bienal de gastronomía muy relevante y todos los hoteles estaban llenos. Justamente el día siguiente, domingo, iba a visitarla el presidente Macron y ya en España supimos que una persona le tiró un huevo provocando un importante altercado.


Ajenos a la feria, nos dedicamos a pasear por la ciudad intentando recordar los sitios que habíamos visto en nuestra anterior visita.


Tampoco olvidamos hacer un parada en la impresionante catedral de la ciudad, denominada de San Juan Bautista, construida entre los siglos XII y XV y nuevamente mezcla de estilo románico con el gótico. Precisamente en la plaza de la catedral había montado una especie de mercadillo medieval muy concurrido.

Lyon es una urbe muy plana, fácilmente paseable, con grandes avenidas y amplias zonas peatonales.


En plena ciudad confluyen los ríos Ródano y Saona, por lo que cuenta con numerosos puentes, algunos tipo pasarela peatonal como el de esta imagen que es la pasarela de San Vicente.


Estas pasarelas facilitan la movilidad y hay cuatro de un total de una docena de puentes sobre ambos ríos.


La siguiente imagen recoge una fachada que no es tal, solo un gran mural/trampantojo muy logrado en una medianera convencional.


Mientras pateábamos el centro empezamos a buscar donde cenar, con la intención de encontrar un lugar a la altura de la  clausura del viaje.


Mientras tomábamos una caña en la plaza del Ayuntamiento, rodeada por sus cuatro esquinas de edificios oficiales de postín y con pinta de históricos, llegamos a la conclusión de que no estábamos en condiciones de elegir. Restaurante al que llamábamos estaba completo, por lo que todo se reducía a si podríamos encontrar donde cenar.


Mientras tratábamos de solucionar tan crucial cuestión, hubo tiempo para admirar la estatua de caballos de la plaza, cuyo nombre oficial es Place des Terreaux, obra de Frederic Auguste Bartholdi, nombre que a la mayoría no dice nada, pero que es también el autor de la famosísima estatua de la Libertad de Nueva York. Inicialmente iba a ser colocada en Burdeos, pero gajes de la vida terminó en Lyon. La mujer de la obra representa a Francia y los cuatro caballos los principales ríos del pais: Sena, Loira, Ródano y Garona.


Tras dar unas vueltas buscando restaurante acabamos en un libanés próximo a cambio de cenar a una hora un poco temprana, pero no había elección.




En un banco a la salida del restaurante se fue montando una pequeña tertulia a medida que íbamos saliendo a la calle.

Después ya solo nos quedaba regresar al hotel caminando para disfrutar de la noche y de Lyon iluminada. 


Volvimos un poco sobre nuestros pasos para volver a la plaza de Terreux y verla iluminada.


También los puentes ofrecían una imagen espectacular con la iluminación, unido a una noche casi calurosa y llena de gente.

Pasarelle du Collège



Y ya a punto de salir del casco central era un espectáculo observar los barcos atracados en el río convertidos en las cocinas de enormes restaurantes cuyas mesas estaban colocadas en los paseos peatonales. Una imagen de normalidad y de vida que reconfortaba.



Una vez en el hotel, los trámites habituales para a primera hora de la mañana desplazarnos al aeropuerto y regresar a casa. Esta vez, sin incidencias. 

viernes, 24 de septiembre de 2021

4) Nevers y Decize, dos joyitas

Fuimos al Loira con el soniquete de los famosos castillos del ídem, que en realidad son enormes complejos palaciegos, pero ninguno se encontraba en nuestra ruta e íbamos sin coche de apoyo. Por el contrario, descubrimos a la para nosotros desconocida Nevers, una ciudad medieval con importantes edificios históricos bien conservados. Y también Decize, igualmente muy atractiva, y algo menos Digoin.

Canal de Briare, nuestro punto de partida

A Nevers llegamos a mitad del viaje en barco, más o menos, aprovechando el bloqueo del canal por un árbol que ya hemos relatado. En otras palabras, que puestos a ser bloqueados, fue el día adecuado ya que teníamos idea de dedicarle la jornada a esta villa.

Espectacular Palacio Ducal



Al tratarse de una ciudad de unos 38.000 habitantes, recorrerla no planteó problema alguno, especialmente al llegar en taxi y no tener que buscar aparcamiento. Además, los taxistas nos dejaron junto a la iglesia de Saint-Etienne, en uno de los extremos del recorrido turístico que tienen diseñado y que puede seguirse por la raya azul pintada en el suelo a lo largo del centro histórico, o casi.

Panorámica de Nevers con la catedral

Visitar la iglesia de Saint-Etienne recién desembarcados en la ciudad impresiona por su grandiosidad y, sabiendo que existe una catedral, te hace pensar en cómo será el templo principal. 


Se trata de una iglesia románica construida en la segunda mitad del siglo XI. Una sencilla cuenta permite constatar que en unas pocas décadas les tocará celebrar el milenario del templo.

Catedral de Nevers, siglos XI-XIV

Pero la catedral juega en otra liga, como se aprecia en la fotografía que encabeza estas líneas. Es un soberbio edificio, con el nombre oficial de Basílica de San Quirico y (su madre) Santa Julieta. Mantiene restos románicos y otra parte del tempo es de estilo gótico del siglo XIV.


Aunque luce unas hermosas vidrieras, ha sido destruida dos veces y otras tantas reconstruida. En el caso de las vidrieras su diseño, relativamente reciente, choca un poco con el conjunto, tal vez excesivamente modernas.


La última batalla de la catedral fue en el verano de 1944 durante la liberación de Francia de los nazis, cuando fue bombardeada por error por los aliados, concretamente la RAF británica. En el ábside se muestra una exposición fotográfica de los daños del raid aéreo, que fueron importantes pero centrados principalmente en la techumbre.





Y paseando por la ciudad encuentras numerosos edificios históricos, la mayoría identificados y fechados, que convierten el recorrido en un placer.


Conscientes de que se trataba de una visita de unas pocas horas, e ignorando por tanto detalles concretos, seguimos nuestro callejeo sin rumbo tranquilos pero atentos.


Y junto a los edificios históricos, modernidades como esta fuente.


El agua le impide apoyarse en la base de piedra y está constantemente girando. Una chulada, aunque se aprecia mejor en el video que sigue.


No fue difícil encontrar un lugar para bien comer ya que una de las taxistas nos ahorró el esfuerzo. Nos explicó que Puits era el mejor restaurante con diferencia y que convenía reservar, cosa que hicimos a primera hora al encontrárnoslo durante nuestro recorrido turístico. 


Y allende la una del mediodía, siguiendo las costumbres horarias europeas que tan poco nos agradan, allí estábamos. Fue la hora más tardía que nos autorizaron.


Un par de delicatessen ejemplo de lo que tomamos. Había un menú de la casa consistente en un plato de la carta, más postre y vino de la casa, que sumados algunos cafés y varias cervezas nos puso la comida en algo menos de 30 euros persona, precio razonable en este establecimiento.


Tras ello hicimos algo de compra en un súper y contratamos un taxi para que un par de voluntarias del grupo la llevaran al barco.


El resto elegimos volver paseando los 11 kilómetros que nos separaban de nuestros barcos, para lo cual cruzamos el Loira y salimos de la ciudad.


La segunda mitad del camino discurre precisamente junto al canal del Loira, lo que hizo el paseo más agradable y menos agobiante ya que el sol lucía con fuerza.


Un pueblo muy pequeño pero que resultó agradable fue Fleury sur Loire cuya iglesia aparece en la foto de arriba. Como en casi todos había panadería aprovechábamos, como en este, para aprovisionarnos de ricas baguettes.

El magnífico ayuntamiento de Decize

Un día después, llegábamos al caer la tarde a  Decize, un pueblito de unos 6.000 habitantes que en realidad es una islita ya que el Loira se bifurca entre el viejo Loira y el río propiamente dicho, encerrando en medio a la población. Como ya era un poco tarde, nos tocó hacer la visita de noche, pero resultó muy agradable, ya que la temperatura era suave y el pueblo merecía la pena.

Torre del reloj, justo delante del Ayuntamiento


La belleza del pueblo nos llevó a alargar el paseo para disfrutar de sus calles y, como no, de sus puentes, vitales para poder acceder a esta villa. Tenía también un puerto muy coqueto en el que había que pagar, pero nos pareció muy cómodo y allí pasamos la noche tan ricamente. 


Una tarde con muy buen tiempo llegamos a un pequeño puerto bastante animado. Saltamos de los barcos y nos pusimos rumbo al centro del pueblo, de nombre Beaulon, donde teníamos la esperanza (vana) de encontrar un restaurante para cenar estupendamente. 


Vimos un restaurante en la plaza, cerca de la iglesia, pero estaba cerrado aunque tenía buena pinta. Lástima.


Preguntamos y nos remitían a otro pueblo, Dompierre, a unos 12 kilómetros. Con lo cual acabamos recurriendo a la panadería para completar las viandas que teníamos en los barcos e improvisamos una cena de lo más apañada.

De vuelta al canal, este señor, con una casa de lo más friki llena de "detallitos" de dudoso gusto, nos saludó efusivamente.


Y cumpliendo el plan previsto, a media tarde del viernes 24 de septiembre llegábamos a Digoin. De esta forma garantizábamos la entrega de los barcos a primera hora de la mañana del día siguiente.


El puerto es un lugar amplio y con numerosos barcos atracados.


De allí salimos para conocer Digoin, que ni  mucho menos tiene el interés de Nevers ni tampoco Decize, pero resultó una villa agradable y con una iglesia espectacular.


Puente acueducto por el que llegamos a Digoin



Tuvimos tiempo de recorrer Digoin, de buscar donde cenar y de hacernos las últimas fotos antes de salir por la mañana hacia Lyon, última etapa del viaje.


Aquí ya, sí, le dijimos adiós al Loira tras esta agradable semana que nos permitió recuperar nuestro apetito viajero tras la pandemia, con la idea de que sea el primero de muchos viajes en la nueva etapa.